¿Es una birria con capa que pega brincos?
Pero... ¿Quién demonios se esconde detrás de esa máscara?
Este año en La Mostra vamos a ver unas cuantas pelis de superhéroes enmascarados. Y las pelis de superhéroes enmascarados molan. Yo cuando era un crío me las veía todas y quería ser como Supersonic Man, pero a lo más que llegué fue a Espantajo Man.
Pero... ¿Quién demonios se esconde detrás de esa máscara?
Este año en La Mostra vamos a ver unas cuantas pelis de superhéroes enmascarados. Y las pelis de superhéroes enmascarados molan. Yo cuando era un crío me las veía todas y quería ser como Supersonic Man, pero a lo más que llegué fue a Espantajo Man.
Pues sí. Cuando era un crío me ponía un antifaz con remiendos que mi madre me cosió con unos leotardos viejunos de mi hermana, un maillot ajustado de lo más gayer, una capa sujetada con varias pinzas de tender la ropa y una camiseta negra con las hombreras recortadas a tijeretazos y una gran S fosforescente en el pecho.
Yo creía que era el no va más y que iba a meter en vereda a todos los malandrines del barrio. Pero, la verdad, es que tenía una pinta cochambrosa, patética... y siempre volvía a casa con unos chichones de campeonato porque los macarras de los recreativos me corrían a collejas y coscorrones.
De los superhéroes siempre me han gustado los que juegan en primera división y en la Champions League: Superman, Spider-Man, X-Men, Batman, Hulk... los típicos. Pero los mejores, los que nunca me han fallado porque me han puesto chiripitifláutico perdido son los más birriosos y destartalados. De Súperlópez al deforme Vengador Tóxico y su fregona radioactiva, pasando por el Batman pop de los locos años sesenta, El Gran Héroe Americano, Los 3 Supermen y toda la tropa mejicana de forzudos panzones tipo Santo, Blue Demon, Mil Máscaras y compañía.
Me chiflan porque son héroes de andar por casa, con sus michelines, sus dificultades para pagar el alquiler y tan torpones que se tropiezan ellos solos y se meten unos batacazos de campeonato. Y porque me recuerdan a mí cuando era un crío inmortal, con una pinta horripilante, pero convencido de que iba a dar su merecido a todos los facinerosos de mi barrio. Divina juventud.
Y AQUÍ LA PRUEBA DEFINITIVA DE QUE LOS SUPERHÉROES BIRRIOSOS MOLAN:
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